Una forma de entender el diseño es aquella que lo define como la disciplina que cuida de las relaciones de las cosas con el hombre y de los hombres con las cosas.
Quizás podría considerarse una definición muy simplista pero en el fondo pone de relieve una de las características principales que debe tener un buen diseñador; debe estar siempre dispuesto a orientar su trabajo, desde el principio de cada proyecto, al usuario final como origen y receptor del mismo. Bajo mi punto de vista todas las metodologías de diseño comparten de alguna forma este enfoque.
Con el diseño de las marcas ocurre lo mismo ya que deben estar orientadas a satisfacer las necesidades y expectativas de sus grupos de interés. Y no solo desde los aspectos formales o funcionales, sino que deben partir siempre de un enfoque analítico y tener una visión estratégica.
Este enfoque forma siempre parte del proceso. Que cada maestrillo tiene su librillo es una realidad y últimamente se habla mucho del “Design Thinking”, donde la creatividad y la empatía son claves para aplicar la metodología. Una definición correcta de lo que es la metodología Design Thinking probablemente sería: “Una buena herramienta para intentar dar una solución creativa a un problema”.
Pero creatividad entendida como la capacidad de generar nuevas ideas o conceptos, o de aportar nuevas asociaciones entre ideas y conceptos para producir soluciones originales. Pero si aplicamos el Design Thinking la clave está en ser empático, en preocuparse por conocer a la persona, por saber lo que necesita, lo que anhela. Es el conocimiento de la otra persona la que nos dará la clave del diseño.
Design Thinking supone un proceso que requiere seguir unos pasos consistentes para comprender, sintetizar, idear, prototipar y evaluar. Una metodología para aprender a desaprender, para hacer del pensamiento y la actitud creativa una realidad cotidiana.
Debemos ser curiosos y observadores ya que en cualquier detalle podemos encontrar información trascendente. Debemos ser empáticos, tanto con las personas como con sus circunstancias. Ser capaces de ponernos en la piel del otro. Cuestionarnos lo establecido, desprendernos de prejuicios y no dar nada por hecho. Pero sobre todo perder el miedo a equivocarnos y ver los errores como oportunidades.
Ello nos permitirá comprender el problema que vamos a abordar de manera podamos aportar soluciones eficaces e innovadoras. La definición del problema es fundamental para que el proceso logre los objetivos de satisfacer una necesidad.
Pero lo más interesante del Design Thinking es que esta forma de trabajar es aplicable a casi cualquier faceta del ámbito empresarial, donde cobra especial sentido, ya que al final las empresas se dedican a satisfacer las necesidades de sus clientes.
La cuestión que me surge entonces es por qué no siempre se aplica la Creatividad y Empatía como parte del proceso. ¿Quizás los modelos más convencionales, orientados a la generación de ingresos y beneficios, estén prevaleciendo sobre otros modelos, como el Design Thinking, orientados a satisfacer las necesidades y expectativas de nuestros clientes?
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